Tropea es un descubrimiento. Realmente es una perla en la región de Calabria, al sur de Italia, ahí donde el país se parece a una bota, a la punta de la bota. Sobre el mar Tirreno y en medio de montañas y paisajes diferentes.
Llegar a Tropea no es sencillo. Si bien hay muchas opciones para lograrlo, está un tanto alejada de los lugares turísticos tradicionales de Italia. Las opciones son: por tren (quizás una de las formas de mayor conexión), por avión (llegando al cercano aeropuerto de Lamezia Terme), un tren de una hora y media y por auto. Mucha de la gente que llega a Tropea lo hace desde Sicilia (que por cierto está muy próxima, Messina se encuentra a solo 180km).
Tropea es una pequeña ciudad con un casco antiguo encantador. Es un tanto diferente al típico destino italiano de la zona sur ya que, si bien hay edificios muy antiguos, la mayoría son “nuevos” del siglo XV al XVIII y XIX. La ciudad se asienta sobre una roca gigantesca en forma de explanada que asoma al mar con forma de acantilado. Tropea es una ciudad con diferentes planos, como si fuera una “torta” de dos o tres pisos al nivel del mar, donde hay apenas un par de calles ajustadas contra la montaña, algunos pocos negocios, un camping y la playa, un segundo nivel donde está la ciudad antigua y un tercer nivel, apenas elevado del segundo, donde está toda la zona nueva. Sin lugar a dudas hay tres motivos por los cuales conocer Tropea; el primero definitivamente es su casco antiguo. Allí sus callecitas empedradas por donde apenas pasa un auto pequeño, serpentean con un trazado antiguo, de esos más bien caprichosos, y recorren lugares hermosos. Hay una gran cantidad de restaurantes y bares, realmente muchos, de todos los tamaños, pero ineludiblemente, con una decoración y un buen gusto que los hace destacarse y convierte la tarea de tomar un café, comer un “tartuffi” (trufa rellena) o una simple pizza en una decisión difícil de tomar. Un primer paseo debería empezar por la calle principal, el Corso Vittorio Emanuelle, la más ancha de la ciudad, peatonal y repleta de negocios de todo tipo. En sus inicios restaurantes y bares, más adelante negocios de ropa y joyas y luego, nuevamente, restaurantes y bares; siempre salpicados con algún otro rubro, pero siempre con la misma belleza y buen gusto. La calle termina en uno de los tres miradores que tiene el casco antiguo “affaccio dei sospiri”, algo así como “la vista del suspiro”; un espectacular balcón desde donde ver la magnificente belleza del mar de Tropea y el famosísimo e híper fotografiado Santuario de Santa María dell´Isola. El lugar está siempre repleto de gente tomando fotografías día y noche, pero es sin lugar a dudas uno de los mejores puntos desde donde captar la bella integridad de Tropea.
Hay muchas opciones de alojamiento, siempre pequeños establecimientos cuidados, decorados y atendidos en su mayoría por sus propios dueños. En el casco antiguo, indudablemente los lugares donde alojarse son los antiguos “palazzos”, bed and breakfast del siglo XVII o XVIII remodelados y refuncionalizados. Una de las características más propias de Tropea y su casco antiguo es que el exterior de todos los edificios (sin excepción) están en un estado de conservación mínimo, como deberían estar después de 300 o 400 años de historia casi sin intervención humana, sin embargo, por dentro están hechos a nuevo. Esto le da un aire diferente que por momentos nos recuerda a las partes antiguas de Roma. Una excelente opción para alojarse es el Le Due Sicilie, un B&B que se ubica en el antiguo Palazzo Granelli, una propiedad del siglo XV totalmente renovada. En el primer piso hay apenas 6 habitaciones de excelente nivel y confort, decoradas con muy buen gusto. Sin lugar a dudas, el “must” del lugar es la terraza donde tomar el desayuno mirando las callecitas de Tropea mientras te acaricia el viento suave y el sol de la mañana. La excelente atención y dedicación de Ferdinando, su propietario, y su equipo poniendo siempre todo a disposición de sus huéspedes hace que todo sea perfecto. Si a eso le sumamos la ubicación, a una cuadra de Corso Vittorio Emannuelle y a 7 minutos a pie de la playa, tenemos un lugar casi perfecto.
El segundo motivo por el cual conocer Tropea son sus playas. Arenas blancas muy finas, agua turquesa de transparencia casi infinita, una temperatura del mar superior a la clásica “frescura” del mediterráneo, y algo difícil de encontrar en las playas italianas, espacio y comodidad aun en temporada alta. El mar aquí es de una belleza y tranquilidad que no tiene nada que envidiarle al Caribe y que por momentos lo supera. Para muchos, la playa más bonita es la “Mare Piccola” o “Spiaggia de La Rochelle”, una lengua de arena blanquísima a la derecha del Santuario. Hay servicios, pero teniendo cuidado con el espacio, se puede llegar en coche, aunque el estacionamiento es pago a 2 euros por hora. Si estas ubicado en el Casco Antiguo lo mejor es tomarte el trabajo de bajar el acantilado por las escaleras (es muy alto pero es también un paseo) y caminar hasta allí. Detrás de la gigantesca roca, que contiene en su cima al Santuario, hay un pequeño bar donde comprar bebidas y comidas simples, a un costado un lugareño cocina y vende sándwiches de chorizo calabrés ¡Exquisitos! Debajo de la gran roca del Santuario y sobre el lado que da al mar hay una caverna gigantesca a la que se puede llegar nadando desde la costa, caminando por las piedras y saltando al mar o en los botes de pedal que muchos alquilan. La caverna tiene su propia playa de arena y es un espectáculo en sí misma.
La tercera razón por la cual visitar este paraíso es la calidez y amabilidad de su gente. No importa qué negocio visites, a quien le preguntes en la calle, el momento ni la situación, siempre recibirás buen trato, atención (algo tan difícil de conseguir en estos tiempos) y una respuesta. Muchos dicen que Calabria es un pueblo amable y atento y realmente pudimos comprobarlo más de una vez.
Tropea es un destino único a nivel mundial. Conjuga playas increíbles, arquitectura única, gastronomía y alojamiento de primer nivel y la calidez de su gente que la hacen un lugar para seguir volviendo.
Por: Marcelo López | @marcelolopezcba