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Nacimos y crecimos con la idea de que las cosas deben de ser para siempre, y suena comodísimo, sin embargo, las cosas no deberían de ser así y cuando por fin decidimos decir adiós a personas y situaciones, llega el despertar de descubrir nuevas cosas.
Es difícil y es parte de un proceso, nos enseñan que terminar una relación es un fracaso, abandonar tu hogar es inperdonable y estudiar una carrera que no te gusta un sacrificio. Pero es momento de terminar con eso, decir adiós puede abrirte puertas nuevas que no conocias, deja a un lado la “seguridad” ficticia a la que te aferras y comienza a vivir a tu manera. Pero, ¿cómo hacerlo?
Identifica cuando ya no estás feliz en un lugar, si estás más callada de lo normal, no disfrutas de tus conversaciones con esa persona como antes, ya sea una relación amorosa o simple amistad, etc; todo eso que te hace sentir que no perteneces, es una bandera para moverte de lugar. No te concentres en lo que los demás digan, decir adiós es sano y recuerda en cuántas relaciones te hubiera gustado decir adiós a tiempo, recuerda que a veces decir adiós es lo mejor para ti y para los demás.
Hay que dejar claro que decir adiós no es sinónimo de cortar cualquier lazo y dejar todo atrás, se agradecido con esas personas y recuerdales los buenos momentos que pasaron, al igual con las situaciones que dejaste piensa en qué aprendiste y olvídate de los rencores, vive tu tristeza y tu duelo pero siempre agradece por las nuevas oportunidades.
¡Y recuerda que decir adiós es crecer!
