Aldrin Ayuso: 30 años de hilos y legado.

Aldrin Ayuso: 30 años de hilos y legado.

En el corazón de Yucatán, donde los hilos de la tradición se entrelazan con la innovación, Aldrin Ayuso celebra tres décadas como diseñador. Su viaje está marcado por su alma artesanal, que lo llevó a reinventar la guayabera y preservar lo auténtico de la región.

Con un arraigo por la comunidad, así como una vocación orientada a la adaptación y la creatividad, este diseñador yucateco sigue escribiendo su historia de resiliencia y pasión. 


El nacimiento de un visionario

Aldrin nació entre máquinas de coser y clientes que lo retaron. Desde niño, aprendió a observar en la fábrica de su padre, pero su camino no estuvo libre de obstáculos. "Viví años callando mis ideas por miedo al rechazo. La moda femenina era un tabú para un hombre en ese entonces", confiesa.

Tras explorar otros oficios, regresó a su pasión: abrió una pequeña tienda en Mérida y desafió las convenciones. "Dejé el terruño familiar para reinventar la guayabera. Fue picar piedra, pero valió la pena". 


Filigrana: El parteaguas de una carrera internacional

En 2014 presentó Filigrana, una colección que fusionó artesanía manual con lujo. Cristales, bordados y técnicas ancestrales conquistaron pasarelas en Milán, Nueva York y Colombia. "Fue abrir un portal: mis diseños dialogaban con el mundo", recuerda.

Entre sus clientes destacó Miguel Bosé, a quien vistió personalmente. "Verlo usar mis prendas fue un sueño de niño. Me quedé mudo de emoción", admite entre risas.

Desafíos: Fast fashion, pandemia y la reinvención digital

La masificación de la moda rápida y la pandemia pusieron a prueba su espíritu. "Las grandes marcas invadieron hogares, pero mi arma es el talento", afirma. Durante el confinamiento, transformó su taller en un estudio digital: "Aprendí a ser fotógrafo, editor y productor. Las redes sociales fueron mi salvación". Aunque su tienda cerró, descubrió un nuevo universo: "El internet me conectó con clientes en países que ni imaginaba". 


Artesanos y clientes como familia

Para Aldrin, la moda es un acto comunitario. "Los artesanos locales son mis cómplices. Juntos cortamos, inventamos y rehacemos. Son familia", destaca. Esta colaboración preserva técnicas en riesgo: deshilados, bordados a mano y textiles ancestrales. "Son tesoros que solo ofrezco a quienes valoran lo único", enfatiza. Sus clientes, muchos recurrentes por décadas, son prueba de su legado: "Algunos vuelven tras 7 años para una boda o un viaje. Eso no tiene precio". 


Filosofía y futuro: Sin miedo, sin pausa

Sus 30 años son un manifiesto contra la fugacidad, una defensa de lo hecho a mano y un recordatorio de que la autenticidad triunfa.  Aldrin no piensa en retirarse. "Redoblo esfuerzos: estudio tendencias, adapto ideas y mantengo a mis clientes como fans". Su motivación es clara: "Cuando tengo un textil frente a mí, el corazón late distinto. Eso es lo que me mantiene vivo". 



"Me veo sereno, con mil anécdotas y sin miedos", concluye.

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