Sabemos que, para la mayoría de nosotras, vernos bien en nuestro día a día y en cualquier ocasión es algo que tenemos muy presente pero ¿Te has preguntado cómo lo hacían nuestras mamás, abuelas, bisabuelas e, incluso, tatarabuelas en su juventud? Aquí viajamos en el tiempo y te decimos cómo se hacía en el siglo pasado.
Arranca nuestra línea del tiempo en los 1900s, en donde la piel debía ser delicada y completamente traslucida sin ser sonrosada. Para dar un aspecto inofensivo y servicial se recurría a blanquear la piel con productos que, si bien eran potencialmente peligrosos para la salud por su alto contenido en plomo y arsénico, garantizaban la popularidad entre los caballeros y la envidia de las amigas; así como también se usaba el polvo de arroz. Se llegaba al punto extremo de marcar artificialmente el azulado de las venas en sienes, cuello y escote. Cuando las feministas lograron que el maquillaje de color se aceptara, se presentaban más arregladas y cuidadosamente maquilladas atreviéndose a usar más rubor y rímel y perfilarse las cejas.
Seguimos hacia los 1910s, donde se prefería un resultado lo más natural posible. Durante la guerra no era prudente gastar tiempo y dinero en maquillarse, por lo que se optaba simplemente por un toque de color en los labios y vaselina brillante en los párpados. Cuando ésta terminó, de repente todas querían verse peligrosas y enigmáticas usando ojos maquillados con kohl y labios de un rojo intenso.
Continuamos en los 1920s, en donde La Gran Depresión no hizo de las suyas en la belleza, sino todo lo contrario. El look estaba completo con los ojos delineados tanto arriba como abajo con kohl para darles un aspecto almendrado y profundo, labios de un rojo muy intenso y cejas cuidadosamente perfiladas. Todo el maquillaje debía verse recargado sin importar que se vea artificial. El rubor se aplicaba sobre las mejillas de forma circular formando una mancha, las cejas se depilaban y se les daba una forma semicircular y para las pestañas se usaba la novedad del momento, el rímel a prueba de agua.
Proseguimos a los 1930s, donde el maquillaje era más realista y las tendencias eran dictadas por las estrellas de Hollywood. Los productos indispensables para lograr este look eran un lápiz para delinear las cejas, las cuales, debían estar cuidadosamente depiladas dándole forma de semicírculo; sombra de ojos dorada o plateada combinados con azul, marrón o violeta; rímel y, de ser necesario, pestañas postizas; rubor difuminado, rojo carmín intenso para los labios y un lunar postizo al gusto. Hay quienes dicen que no bastaba solo con maquillarse para ser hermosas, si no que se debía hacer una limpieza facial profunda con cremas que se aplicaban en el día y en la noche.
Y para acabar nuestra primera parte, terminamos en la década de 1940, donde la guerra no fue impedimento para la belleza. La forma de las cejas, igual de perfiladas cuidadosamente, era ahora ligeramente curva, no muy depiladas pero tampoco muy pobladas; pero lo más importante eran los labios maquillados con un lápiz rojo hasta hacerlos ver incitadores.
Con todo esto queda demostrado que las adversidades no fueron obstáculo para la belleza en la primera mitad del siglo pasado. Si te gustó este artículo, espera a que leas nuestra segunda parte en la que abarcarémos la década de los 50s hasta los 90s.